martes, 11 de mayo de 2010

el tiempo cura

Thinking back, it seems that I
can lie beside you as I never truly did,
in afterglow -
no afterwords at all.
Only writing love songs when it's gone and dead;
only paying words out: strings of half-forgotten sentiments...
I mean...
I meant...
I never really quite could say the way it was.
The first time that we met I said 'I bet that she's the one',
but I was talking to myself then, as always.
As time went by our steps entwined, unwritten lines drew taut
and I tried to find a way to make it all safe...
Into the play - what a production! -
into the days and ever more suction:
you hold me close, but hold me farther
away from yourself - I make me a martyr,
for pain and love go hand in hand...
And hand in hand go you and my friend,
You are his and I am yours and just cannot evade you;
my days a dream, my nights unseemly,
stolen moments all I live for,
but theft is no way to persuade you
to come with me, leave him behind you;
my hurtful eyes try to remind you
it's all I can do to keep from screaming
'I love you, I love you!' - I wish I was dreaming,
but the steps we take all leave footprints...
Sooner or later the whole thing will be blown:
you will leave him or I'll be left here, alone.
Either way someone loses someone
but I won't mind that, I just would quite like to know
who we love the most - I guess that's ourselves.
The days are strange, at night we're strangers,
lie in bed and lie inside our heads,
we come no closer than as dancers.
Your eyes are change, your presence danger,
won't look me in the face and yet you
kiss and make up the answer
to all the questions that fly unanswered, unreasoned -
death in the sky, death in the season.
If you leave me now, it might nearly kill me...
Remember me?
Remember we three?
it all seemed so important at the time,
we came so close to wrecking all our lives,
and now it's all just song lines.
Time heals,
time heals -
oh, but I still bear the weals.
Thinking back, it seems that I
can lie beside you as I never truly did,
in afterglow -
no afterwords at all.
Only writing love songs when it's gone and dead;
only paying words out: strings of half-forgotten sentiments...
I mean...
I meant...
I never really quite could say the way it was.


Qué coño va a ser mío esto. Denle las gracias a Peter Hammill.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Yo no escribo poesía porque el verso me odia.
Y yo también odio al verso.

De esta relación amor-odio con él, cuando escribo versos me sale prosa. Y cuando escribo prosa, el muy cabrón la convierte en verso.

Y queda horrible.

Su acción convierte mis líneas en cosas absurdas, sin estructura, sin ton ni son, sólo líneas que terminan sin expresar gran cosa.

Y me odia.

Y sigo pensando que lo odio. Quizá sea que no puedo vivir sin él. Todo este rollo de la metalingüística no es lo mío.

Hijo de puta.

martes, 27 de octubre de 2009

Día 1 - Intro

Esta es la...cosa que estoy escribiendo hace un tiempo.
Espero que les guste esta pequeña intro a la vida cotidiana del aún anónimo personaje.


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Imagínense, por un segundo, que tu vida cambia de un día a otro.

Te vuelves alguien muy respetado…pero no en el sentido de reconocido y alabado por algo maravilloso.

Tampoco eres un señor importante que ha dedicado su vida a la ciencia, y ha descubierto una vacuna que cura algo incurable.

Tampoco eres un informático que ha logrado que la robótica sea super avanzada y ha evitado que los robots se rebelen contra nosotros.

…sino más bien, eres uno de esos señores llenos de cicatrices.
De esos que se ensucian, que sangran, que pelean.
De esos que vuelven llenos de cortes, arañazos y heridas de todo tipo.
Y de esos que gritan: “¡Al refugio! ¡Intentan rodearnos!” y demás órdenes.



Todo empezó una buena mañana de Julio. Lo recuerdo bien, era mi cumpleaños.

Desperté como cualquier día, rascándome la barba de 3 días, bostezando, como cualquier mañana normal. Me arrastré al lavabo y me miré al espejo. Hice el ritual de la mañana: Acomodar paquete, pose de culturista, sonrisa malévola, pasar navaja de afeitar, lavar cara, ir a la cocina, coger una taza, beber café con leche y un donut. Ducha. Vestirse. Oficina. Lo normal. Como un maldito zombie.

Sin coche, uno tiene que coger el transporte público…y el metro huele a humanidad concentrada, así que solía tomar el bus.

Trabajaba como contable en una empresa farmacéutica, Lyatt Labs, propiedad del típico magnate viejo con las típicas hijas guarras, la típica mujer que tiene de amante a un cubano y el típico hijo con mirada de desgraciado que lo heredará todo luego de contratar a un sicario que…bueno, es igual.

En una oficina nunca pasan cosas interesantes. Rutina, que le dicen.

Lo único destacable de mi día a día era la hora del descanso, en la que aprovechaba de caminar un poco por el jardín interior del edificio, tomándome un capuccino de máquina y conversaba con la gente. Aunque fueran todos una bola de capullos que se preocupaban más del fútbol que del resto del mundo. Casi literalmente.

Me juntaba con los de siempre: Paul, aquel típico amigo del instituto con el que siempre soñaste con tener tu propia banda de rock; y Layla, esa típica chica que te gusta, te encanta, y a la que jamás le gustarás, porque eres su amigo.

¿De qué hablábamos?...pues era algo como :
-…pff, mira como va ese
-Ande irá…ande irá
-Gilipollas.
Y si, no variábamos demasiado la conversación. Era divertido. Buenos tiempos.
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